Ya sabemos que lo que no se mide, no se puede mejorar, así que si queremos mejorar el desempeño ambiental de nuestros productos, de los materiales de obra, de nuestros edificios, la mejor forma es estudiar el impacto ambiental que supone este producto, teniendo en cuenta desde la extracción de las materias primas de que se compone, hasta el final de su vida útil, incluyendo si es relevante, la fase de utilización.
Las Declaraciones Ambientales de Producto (DAP) (o Environmental Product Declaration – EDP, por sus siglas en inglés) son una excelente herramienta voluntaria para llevar a cabo este diagnóstico. Este sistema de ecoetiquetado responde a la norma ISO 14025 y con él se pretende mostrar una información cuantificada y verificable sobre el impacto ambiental de un determinado producto a lo largo de su ciclo de vida. Para ello se realiza un análisis basado en una serie de “Reglas de Categoría de Producto” (Product Category Rules – PCR) que definen para cada tipo de producto las categorías de impacto ambiental que deben ser recogidas en el Análisis de Ciclo de Vida (ACV) del mismo, siguiendo las directrices a su vez, de la norma UNE-EN ISO 14040 y UNE EN ISO 14044. Para el caso de los productos de la construcción estas RCP se definen en la norma UNE-EN ISO 15804.
Las DAP deben ser verificadas por un Administrador de Programa de conformidad con los requisitos que marca la norma ISO 14025. En Europa existen varios Administradores de Programa que se han unido en la Asociación ECO Platform, entre los que se encuentran GlobalEPD en España, Institut Bauen und Umwelt (IBU) en Alemania y el International EPD System en Suecia, entre otros. El programa español se encuentra dentro de AENOR. En una DAP encontraremos claramente visible la información sobre el producto que se ha analizado, junto con los datos de la empresa que lo fabrica, el periodo de validez de la DAP y la unidad funcional. También veremos información sobre el Programa dentro del que se encuentra y el ámbito geográfico en el que se ubica. La información sobre el comportamiento ambiental del producto analizado es la parte en la que encontramos la cuantificación de los diferentes impactos ambientales y donde nos indican las fases del ciclo de vida que se han tenido en cuenta, así como información adicional sobre posibles beneficios más allá del sistema o el potencial de reciclaje.

Las Declaraciones ambientales de Producto empiezan a aparecer dentro de los criterios de Compra Pública Verde, y son importantes dentro de los criterios de algunas herramientas de certificación de edificios como BREEAM o LEED, por lo que cada vez es más importante que los productos de la construcción tengan su correspondiente DAP y, a la vez, es más frecuente que nos encontremos materiales y/o sistemas constructivos que cuentan con una DAP que nos sirva de apoyo para valorar su utilización, teniendo en cuenta su comportamiento ambiental.
Dicho esto, conviene resaltar que el hecho de que un material o producto tenga DAP, esto no implica automáticamente que sea más o menos sostenible ambientalmente que otros, pues la DAP es simplemente una foto fija de esos parámetros que se miden en las diferentes fases del ciclo de vida del producto. La DAP nos permite conocer esos impactos y su evolución, con la renovación del documento para el mismo producto. Tampoco se deben entender las DAP como documentos con los que poder comparar de forma directa el impacto ambiental de dos productos, pues cada análisis puede tomar diferentes parámetros de partida y estudiar diferentes fases del ciclo de vida, de forma que esa comparación se desvirtúa.