¿Es «eco» todo lo que reluce?

Parece que todo lo que se llame “eco tal” o “eco cual” es ya por sí “ecológico”, es decir, medioambientalmente sostenible, beneficioso para la naturaleza, o al menos para nuestro ecosistema urbano… bueno, si pone “eco” o “bío”, técnicamente debería ser un producto con un comportamiento ambiental mejor que otros de su categoría, que es para lo que se creó la etiqueta “ecolabel”. Pero hay pocos productos o sistemas dentro del campo de la construcción que lleven esta etiqueta, de hecho no hay una categoría de productos de la construcción dentro de la etiqueta europea y solo existen algunas pinturas y otros materiales para acabados cerámicos, de piedra o de madera.

Sin embargo creo que sería importante poder hacer una catalogación o una guía a nivel europeo para que los y las profesionales de la edificación pudieran seleccionar de forma fácil productos que tuvieran garantías de ser sostenibles o, al menos, los más sostenibles dentro del uso que se necesita.

Para ello sería interesante incluir determinados conceptos sobre los que evaluar esa sostenibilidad: materias primas base que lo componen, vida útil o durabilidad, circularidad o reciclabilidad (en la práctica), emisiones que genera a lo largo de su ciclo de vida y, por supuesto, el aspecto social, dentro de un necesario de triple balance (el económico ya lo conocemos)

Nunca debemos perder de vista a qué nos referimos con sostenibilidad, mirando a las raíces de la definición que nació en la conferencia de la Naciones Unidas en 1987 con el informe “Our common future”, el informe Brundtland, de la Comisión Mundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo, la ya conocida frase “La humanidad tiene la capacidad de desarrollarse de forma sostenible asegurando que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones”.

La primera de las preguntas que debemos hacernos sobre cada material o sistema constructivo sería: ¿Cuál es la materia prima base? La que compone fundamentalmente nuestro material. ¿Proviene de fuentes renovables o muy abundantes? Aquí nos daremos cuenta de si estamos hablando de materiales que finalmente provienen del petróleo (plásticos, básicamente, en todas sus formas) o si son materiales como la madera, piedra o sílice, cal, etc., que tienen un ciclo renovable o son tan abundantes en la naturaleza que su agotamiento no está a la vista. Me encanta esta tabla periódica de los elementos en peligro de agotamiento de la American Chemical Society, es muy ilustrativa:

Pasaríamos luego a la pregunta ¿Cuál es la vida útil del material, su durabilidad? Un material sostenible debe ser por definición duradero, es decir, que su vida sea tan larga como la del edificio en el que se va a instalar. Con esto aseguramos que no vamos a tener que deshacernos de él pasados pocos años y no tendremos que generar residuos y reiniciar con un nuevo material y su ciclo de vida completo.

La siguiente pregunta sería ¿cuánto es de reciclable? ¿qué circularidad tiene? Si es un material muy “ciclable” seguramente no sólo se pueda reciclar, sino que lleve ya incorporado un porcentaje alto de materia prima reciclada en su proceso de fabricación. Aquí la clave, en mi opinión, es fijarse en la reciclabilidad real, la que se produce en la práctica, no en datos teóricos del material. Los datos teóricos “no valen”. Si la tecnología que necesitan para el reciclaje es compleja y cara, no se reciclará. Si el reciclado tiene como resultado un “infraciclado”, los ciclos de uso serán muy limitados. Si el reciclado es un “supraciclado” en el que el material pueda seguir teniendo el mismo uso o de mayor calidad que el original, iremos en el buen camino y este material será reciclable en la práctica de forma ilimitada o casi ilimitada. Si sólo podemos hacer unos pocos ciclos de reciclado porque el material pierde propiedades, ese no es el camino hacia la sostenibilidad. Si el material está formado por multitud de componentes, muchos de ellos químicos o petroquímicos, seguramente no será fácilmente reciclable o su tratamiento no dará como resultado un material que pueda volver al uso inicial, sino a uno de prestaciones menos exigentes.

¿Y qué emisiones genera el material? Ojo, debemos tener en cuenta todo su ciclo de vida, desde la extracción de las materias primas (primarias o secundarias), su producción, transporte, vida útil y fin de vida; lo mejor sería de la cuna a la cuna, hasta su nueva vida. Aquí influirá, por ejemplo la durabilidad de la que hemos hablado antes. Si mi material sólo dura 10 años en buenas condiciones y debemos sustituirlo 4 veces a lo largo de la vida útil del edificio (considerando solamente 50 años como vida útil de un edificio), pues habrá que incorporar esas sustituciones a nuestro análisis de ciclo de vida. En este aspecto influirá mucho también la distancia que viaje el material o las materias primas que lo componen para llegar hasta su lugar de instalación. Los productos de proximidad deben ser prioritarios en toda la cadena de suministro.

Por último, pero igual de importante, como se suele decir, es el aspecto social. ¿Cómo impacta la producción del material, su confección, la extracción de las materias primas, etc. en la vida de las personas del entorno donde se producen estas actividades? Todas las fases del ciclo de vida deben ser respetuosas con los derechos y la vida de la gente. No solo hay que garantizar que no se produce explotación, ni desplazamiento de la población, por ejemplo, sino que además la actividad debe enriquecer las vidas de las personas que habitan la zona, que crea puestos de trabajo dignos, que ayuda a hacer próspera su economía y no es perjudicial ni para su salud, ni para su entorno, es decir que es equitativa y beneficiosa para todas las partes.

En resumidas cuentas, para poder elegir materiales o sistemas que podrían llevar la etiqueta “eco” o “bío” debemos molestarnos en conocer qué es el material, dónde y cómo se fabrica, cómo deja su entorno natural y social la extracción de materias primas, o la fabricación, qué pasa al final de su vida útil, qué recursos consume, cómo vuelve a una segunda vida, o a la siguiente, o a la siguiente y hasta cuántas vidas puede tener. Si queremos construir de forma sostenible, una parte importante de la sostenibilidad del edificio reside en los materiales que usamos. Cuidemos su elección y hagamos que esa selección sea fácil para todos y todas las profesionales que nos dedicamos a esto.

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